
Una empresa estadounidense crea el primer “robot soldado” del planeta
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Durante décadas, la frontera entre la ciencia ficción y la realidad se ha ido desdibujando. Pero esta vez el salto es más inquietante que nunca. La empresa Foundation, con sede en San Francisco (California), ha revelado su creación más ambiciosa: Phantom MK-1, un robot humanoide de aspecto imponente diseñado para operar en entornos de guerra. Y aunque todavía no es completamente autónomo, su mera existencia redefine lo que entendemos por “soldado”.
Su creador, Sankaet Pathak, no oculta la inspiración. En una entrevista reciente con News Nation, aseguró que “el futuro de la guerra serán los videojuegos de la vida real”. La frase, que podría sonar a provocación, resume un concepto tan simple como perturbador: humanos controlando máquinas de combate desde una distancia segura, mientras la inteligencia artificial calcula trayectorias, rutas y objetivos.
De los sueños de Lucasfilm al campo de batalla
El Phantom MK-1 mide 1,75 metros, pesa unos 80 kilos y tiene la fuerza suficiente para transportar 20 kilogramos de carga útil. Su diseño recuerda inevitablemente a los droides de combate de Star Wars: hombros anchos, rostro sin rasgos definidos y una cabeza curvada que evoca las siluetas mecánicas del universo de George Lucas.
En su interior se concentran cámaras, sensores, baterías y unidades de cómputo que permiten que el robot se mueva con sorprendente fluidez. Sus piernas están preparadas para subir escaleras, atravesar terrenos irregulares y mantener el equilibrio incluso en espacios reducidos.
Foundation afirma que su objetivo inicial no es la ofensiva, sino la defensa: misiones de reconocimiento, desactivación de explosivos y operaciones en zonas de riesgo extremo. Pero la delgada línea entre la protección y el ataque es precisamente lo que ha encendido las alarmas entre expertos en ética tecnológica y defensores del control armamentístico.
El humano detrás del disparo
Pathak insiste en que un operador humano siempre tendrá la última palabra. “El Phantom no disparará por sí solo. Habrá una persona detrás tomando las decisiones críticas”, explicó. La inteligencia artificial se encargará de la navegación y el análisis, pero no de las órdenes de fuego.
Sin embargo, la historia reciente demuestra que la frontera entre asistencia y autonomía es cada vez más difusa. A medida que estos sistemas se vuelven más inteligentes y rápidos, la intervención humana tiende a reducirse. Lo que hoy parece supervisión podría, en unos años, transformarse en automatización.
El CEO de Foundation lo describe como “más rápido, más fuerte y más resistente que cualquier humano”. Su meta es producir 10 000 unidades antes de 2026, un número que suena a ciencia ficción pero que refleja el acelerado ritmo del sector.
Entre la fábrica, el frente y Marte
Curiosamente, en la web de Foundation no se menciona el uso bélico de Phantom MK-1. Se lo presenta como una herramienta para fábricas, cadenas de montaje y logística, capaz de integrarse en entornos humanos sin parecer una máquina. Pero las declaraciones del propio Pathak, junto a los materiales promocionales, dejan claro que su ambición va más allá de la industria civil.
El directivo incluso fantasea con llevar sus robots a Marte, sugiriendo una futura colaboración con SpaceX. En su visión, los mismos humanoides que caminen por un almacén podrían algún día reparar estructuras en otro planeta o asistir a astronautas en misiones extremas.
Por ahora, el Phantom MK-1 utiliza una mano mecánica con guantes, aunque la compañía planea reemplazarla por un sistema más avanzado. Su diseño aerodinámico y la elección de cámaras en lugar de sensores LiDAR buscan reducir el peso y aumentar la fiabilidad. Es, como lo define su creador, “el humanoide más robusto jamás construido”.
El eco de Terminator
El anuncio ha desatado tanto admiración como temor. En los foros y comentarios de YouTube donde se presentó el prototipo, abundan las comparaciones con Terminator y Skynet. Muchos usuarios, entre la broma y la inquietud, se preguntan si la humanidad ha aprendido algo de su propia ficción.
Foundation responde con un mensaje de responsabilidad: la guerra, dicen, “no debería ser automática, pero sí más segura”. No obstante, a medida que las máquinas ganan fuerza, precisión y autonomía, la pregunta ya no es si los robots reemplazarán a los humanos en el campo de batalla, sino cuándo.
Y cuando ese día llegue —quizás antes de 2030—, la línea entre la ciencia ficción y la realidad ya no existirá. Solo quedará decidir si aprendimos algo de las películas… o si volvemos a vivirlas.
Fuente: Gizmodo